martes, 7 de abril de 2020

La que camina por los postes.


En mis tiempos de profesor de primaria, cuando aún era muy joven, vivía en una vereda hermosa en un pueblo del cesar, se escuchaban muchos cuentos de espantos y brujerías en aquella pequeña localidad, sin duda hubo uno que atrajo mucho  mi atención, pues quien me lo contó, fue un lugareño muy respetado, por su trabajo y sinceridad en el trato con los demás, un día domingo, como acostumbraba Salí a visitar temprano  una de las fincas cercanas,  con buena suerte que en ella se llevaba a cabo una menuda conversación  acerca de espantos, y el más veterano de todos ellos tomaba la palabra;

— Eso fue un domingo hace 4 años—,decía en su relato— cuando teníamos un cultivo  en “macho solo”, tenía que vender un kilo de mercancía, en ese tiempo íbamos a la frontera en donde había un comprador, poco acostumbraba a irme solo por allá y mucho menos a quedarme, pero ese día por cosas del destino así lo hice,  ensillé el muñeco a las 5:00 de la mañana, según la información el tipo llegaba  temprano y así mismo se iba, calcule  entonces que a las 7:00  yo debía haber llegado, había dejado al muñeco comiendo caña el día anterior, para que estuviera brioso en el camino,  ese macho es un belleza, Salí  con el lonche que me hizo la señora, unas papas cocidas , arroz, y unos 4 o 5 huevos cocidos, más un pote de agua panela, eché en una bolsa una panela para darle a muñeco cuando llegara, porque en estos viajes la hora de salida es segura,  pero no la de llegada,  un primer suceso llamo mi atención, cerca de la casa, en un caño que tiene una gran  mata de guadua, vi salir a esa hora un enorme ave de color gris oscuro, casi negro, caminando despacio hacia el cafetal, hasta el macho paró las orejas de la impresión, pero como enseguida se perdió en el café, le reste importancia, entonces seguí mi camino, a eso de las 6:30 pasaba por la montaña de damasco, una montaña espesa y fría, esta vez vi pasar entre los árboles, entre otras cosas a  un gato enorme , de color muy negro, un enorme gato de montaña, son normales por el lugar pero lo que me llamó mucho la atención fue su cola de color blanco, blanco como la nieve, fue lo último que dejaba de ver cuando se perdía en las grandes ramas de los árboles. A eso de las siete  llegué a mi destino, un pequeño caserío conocido como la frontera. Como era domingo, estaban vendiendo la carne,  en la entrada y había un resto de gente, se veía esa carne linda, me acerqué al matarife, era un tipo que no conocía, le pregunté cuántas arrobas tenía el toro que habían matado, se echó  para atrás sorprendido  y me dijo:
—¿cómo sabe que es  un toro, y no una vaca,  o una novilla, o un novillo joven?, entonces yo le dije;
—Hombre, le puedo decir  más o  menos hasta  cuanto pesaba—,
—No le creo—, me dijo, bajé entonces del macho,  estire un poco , estaba engarrotado con solo dos horas en mula, luego lo amarré a un palo que estaba cerquita, le aflojé la cincha un poco, le quité el freno y lo dejé un poquito largo para que alcanzara a comer  algo de pasto.
—Buenos días—,  les dije a los que allí estaban.
—Buenos días Don Alejandro—, me contestó un trabajador que me conoció, le di la mano a él y  al matarife,  y le dije;
—Entonces ¿si cree que le puedo decir, cuanto pesaba ese toro o no?—.
—Bueno puede que sí, pero si lo hace, hombre le brindo una carnecita con yuca para que desayune, y si no pues  usted me brinda unas cervecita para poder trabajar mejor—.
Me quedé mirando la pierna que estaba  colgando, enterita, y le dije:
—Solo necesito un dato, usted verá si me responde o no, ¿esa pierna peso tres arrobas y media?, no me quiso decir pero agacho la cabeza, entonces hice mi calculo, sume el peso de las dos piernas, luego supuse el peso de los brazos y de  toda la parte de las costillas y le dije: ese toro peso 16 arrobas, se echó otra vez  para atrás sorprendido, y me dijo:
—Bueno al parecer me encontré con un colega, sabe mucho de ganado porque la verdad peso un poquito más de 16, pero se ganó un buen pedazo de carne—, Entonces llamó a un muchachito,  le entregó un pedazo de lomo, para que se lo llevara a la mamá y  lo fritara, luego me volvió a dar la mano y me saludó:
—Mucho gusto hombre, soy Reinaldo, a sus órdenes, dígame ¿cómo supo que pesaba 16? y me dejo mas sorprendido al principio cuando supo que era un toro, ¿cómo lo hizo?
—Hay un detalle que usted olvida—, le dije, y es que allá atrás dejo colgado en el palo de la cerca los huevos del toro, y a menos que la vaca tenga huevos esos debían ser de un toro, todos  se echaron a reír, incluyéndonos a nosotros dos.
— ¿y el peso? —Me dijo.
—Bueno ese si lo saque calculando el peso de las piernas, supuse que si una pesaba tres y media, la otra también,  los brazos tienen un poco menos de carne así que le puse seis arrobas a las dos serian trece, y otras tres arrobas a la parte del costillal y sobre barriga, sumarian dieciséis.
—Me sorprende—, me dijo.   
—Tanto tiempo comprando ganado al ojo me hizo aprender un poco— le contesté. Le pregunté que si  sabía del comprador de merca, me dijo que no lo había visto, pero que unos meses atrás había llegado a medio día,  así que le pedí permiso para guardar la silla del mulo , y sin ningún problema me dijo que si, estuvimos hablando, un rato mientras atendía la carnicería. A eso de las diez se había acabado la carne, me invito a tomarme unas cervezas y comenzamos a tomar, fuimos pidiendo una y otra,  habíamos como cinco o seis personas tomando, estaban unos conocidos que también traían una merca de las vegas y así se hizo medio día.
Cuando el comprador llegó eran las dos de la tarde,  llegó por la parte de arriba, y no me di cuenta,  al notarlo habían cuatro  vendedores en la fila,  así que tuve que hacer  fila y esperar,  mientras la pesaban , la probaban , negociaban el precio, eso siempre es demorado,  para ir pasando el rato íbamos tomando, al fin mi turno fue a las siete, estaba  bien prendido por las cervezas,  eso sí, no tanto para dejarme tumbar, llevaba un kilo, por el cual me dieron ochocientos mil, un buen  precio me pareció.  Cuando  ensillé el mulo  Reinaldo se  acercó con un par de cervezas y me dijo que me quedara otro rato ,  que aún era temprano, y como estaba más de medio, me senté, pedimos  una y otra y otra,  Salí entonces  de  la frontera como a las doce de la noche, menos mal le había dado la  panela al muñeco, y había comido bastante pasto, al ensillarlo y arrancar cogió derechito el camino de regreso, fue muy rápido, la montaña que había pasado en la mañana, al regreso estaba más  oscura y fría, me acordé entonces del gran gato, trate de asustarme pero enseguida  se me pasó muy rápido, en esa montaña dicen que asustan,  pero pasé como si nada, antes de llegar donde Omar, pasó por mi lado una brisa muy muy fría, que me erizó, me acordé entonces del gran ave en la mañana, creía que era muy muy raro esa ave, así que me tensioné un poco,  sin embargo seguí y después del puentecito justo al pasar la guadua,  antes  del potrero,  el resplandor de la luna llena iluminó del lado izquierdo del camino donde se encuentran los postes de la cerca de manera clara, a una señora de cabello largo que caminaba por encima saltando de poste en poste, saltaba  con una pierna y caía sobre la otra con las manos abiertas justo delante de mí, luego del tercer brinco giro despacio la cabeza y me miró,  sentí que la cabeza me explotaba, la presencia  hizo que el muñeco saltara por un costado del camino  hacia adelante,  de esa noche no recuerdo más nada hasta el día siguiente, que me dijo Miriam: ­
—En la madrugada llegaste al galope en el macho,  no sé cómo hiciste para bajarte tan rápido pero yo sentí el galope del mulo y  a los pocos segundos el golpe en la puerta,  ¡tas!  Cuando abrí, estabas tirado en el piso, privado, y el mulo había quedado amarrado al mango.

viernes, 3 de abril de 2020

carta.


Madre:
Sé que poco te escribo pero necesito desahogarme, no creo que sea posible decírtelo por teléfono, así como me tiembla la mano, así me temblará la voz y no me saldrán las palabras, han sido unas semanas de locos, ya no prendo el televisor porque cada vez que lo hago, me lleno de ansiedad y miedo, así que prefiero aprovechar todo el tiempo posible con mi bebe, por cierto está muy grande  y obediente, se come todo lo que hay, aunque no haya mucho,  el miserable de mi patrón se le ha puesto el corazón más duro de lo normal, lo que siempre hemos soñado, creo que no se va cumplir, no podré ver junto todo el dinero que me deben, madre ¿ pero de que me sirve el dinero?  Las cosas importantes no se compran, tus besos, tus abrazos, y hasta tus regaños, todos son gratis, madre, en mi trabajo hay mucho miedo, mucha zozobra y ansiedad, mis compañeras y yo somos un grupo de apoyo terapéutico entre nosotras, no sabemos cómo terminara esto, pero de seguro que algún día pasará, y en ese momento que pase,  todo será como antes, ya no me miraran feo madre, ayer por ejemplo, mientras Salí a comprar a un supermercado algunas provisiones, sentí el desprecio de muchas personas, solo por ser enfermera, nunca me imaginé que servir a las personas des interesadamente sería tan costoso, Salí y llegue a mi casa y lloré, lloré madre  y ahora me pregunto ¿ por qué?, a veces soy tan fuerte y a veces le presto atención a cosas sin importancia.
Madre, cuando esto pase quiero verte y quizás podamos vivir juntas otra vez, como cuando era niña. Madre, esta pandemia es una locura, poco a poco van aumentando el número de infectados y de muertos, cuando estoy acá dentro me siento bien, pero cuando salgo a mi casa, es como otro mundo, no me logro acostumbrar. Madre, sé que hubiese sido más fácil escribirte esto por whatsapp, pero no sería lo mismo, para cuando leas esto madre, multiplica mi ansiedad por tres.
Madre, nos volveremos a abrazar, des eso estoy segura madre, saludos y besos de tu nieto esteban o cabezoncito como tú le dices.

jueves, 2 de abril de 2020

La Noche Del Viernes Santo.



Todo pasó hace doce meses después de llegar de  los llanos orientales,  donde estuve  prestando el servicio militar, a los dos meses me encontraba jornaleando, en tiempos de semana santa,  era una finca común, su economía dependía del café,  5 personas habitaban la casa, los dueños eran ancianos,  vivíamos dos obreros más de nombre Raúl, Jair y mi persona quien les escribe.
Había caído mucha lluvia el miércoles y jueves santo, pero el día viernes a pesar de lo nublado, no había caído una sola gota de agua, eso sí, la neblina muy baja y fría, no trabajamos, para respetar la tradición, alisté dos rollos de leña de palos de café seco, los traje a la casa igual que mis compañeros, y los picamos, así nos ganamos el día y alistábamos para la semana siguiente, empezamos a las dos a jugar dominó con el patrón,  Raúl pensó que jugar sin tomar nada, era muy aburrido, así que fue a su camarote y trajo de allí un galón de guarapo de caña fermentado, bastante fuerte para ser guarapo, suave para ser licor, sutil para ser viernes santo, –no se pueden emborrachar hoy–,  dijo la patrona, después el guayabo les demora hasta el domingo de resurrección. Muchas carcajadas se oyeron sobre todo de Jair, quien fumaba y tomaba un poco más que nosotros, al tiempo que decía  – siendo así, doña margarita, debemos aprovechar porque estos días no trabajamos, y una borrachera de tres días, con guarapo sale muy económica. A lo que la patrona respondió - ¿pasar borracho? No valla ser que le jalen los pies en los camarotes por andar desobedientes-, un silencio tomo el lugar  en la sala, durante algunos minutos, luego Jair tomo la palabra diciendo:
  – ya que hoy es viernes santo que tal si salimos a casar huacas, por acá de seguro debe haber algo enterrado, y he escuchado, que a muchos han asustado los viernes santo, sobre todo en la parte baja , en el plan del rio, hace unos años cuando vivía en santa marta, en una finca donde trabajaba conocí a un abuelo, que me enseño algunas cosas, aunque  nunca las he puesto en práctica, pero si ustedes están dispuestos podemos salir el día de hoy a casar huacas,   eso sí, la primera condición es dejar la avaricia, pues si salimos más que por volver con mucho dinero, será por experimentar que se siente entrar en contacto con luces y seres del más allá, decía ese abuelo que las huacas en su mayoría, tienen un pacto que funciona como una llave de seguridad y que salen espíritus y luces que te piden algo a cambio. Un leve escalofrío, corrió por mi cuerpo, pero no recuerdo si fue por el comentario, o por el vaso de guarapo que me acababa de tomar, entonces les dije: ­­ –  por mi está bien, quizá podamos encontrar algo –, el patrón que era mi compañero, al otro lado de la mesa dijo que no, que  ya no estaba para eso, mejor  se quedaba con su señora en la casa.
 ¿y tú Raúl? –  Le pregunto Jair, a lo cual respondió, ­ –  por mi está bien, estoy dispuesto, eso sí, nos llevamos un poco de guarapo para la jornada –
­­ –  no solo llevaremos guarapo, debo ir a preparar algunas cosas  a la pieza, sigan jugando que ya regreso, ­– le respondió Jair.
Lo vi moverse de un lado a otro, buscó un cuchillo, unos pedazos de madera y al cabo de una hora llamo a Raúl, después  de unos minutos  llegó pálido y silencioso, tomó el asiento, se sentó, y luego de un largo suspiro exclamó, – está loco este tipo –.  Me quede sorprendido por sus gestos y sus palabras, y espere con ansiedad que me llamara como pensé que lo haría, y efectivamente así fue.  Me levante y camine donde él estaba poco más de 15 metros, afuera de su camarote en un palo de mango, sacando un trapo rojo de su mano me dijo: este pedazo de  trapo debes amarrarlo en la mano izquierda, esto es una aseguranza para que no te pase nada ­­ – luego sacó una cruz pequeña y me la entregó: esta la llevas en tu bolsillo , cada uno llevará una igual, y además de esa llevaremos esta grande, has de saber que las huacas no son para todos y aunque caminaremos los tres juntos, se te puede aparecer una imagen a ti pero no a nosotros dos, en ese momento debes avisarnos, y enseñarnos donde está la luz, si no la vemos tomas la cruz grande y la entierras en frente de la luz, esto hará que la imagen no se valla hasta que no la quitemos del suelo, nosotros te podemos ayudar y estar atentos, pero si solo tú la ves ,debes hablarle, le preguntaras que quiere, y es tu decisión si no lo dices a nosotros o haces lo que te pide en silencio,  luego de hacer lo que te pide, debemos quedarnos en el sitio al lado de la cruz hasta que amanezca  haciendo guardia, y así de día poder desenterrar lo que hallamos de encontrar.
Incliné mi cabeza un poco nervioso y le pregunté: – ¿Eso es todo? –
Si ­­ – me dijo –. Di vuelta agarré mi cruz, mi trapo rojo  lo amarré en mi mano, y antes de caminar, sentí su mano en mi hombro, – espera –, me dijo, – si no quieres ir, estas a tiempo, pero si ya tomaste la decisión acuérdate que  debemos dejar en casa todo pensamiento de avaricia, pues eso espantara la huaca –. No hay problema, nunca he sido avaro –.
Volví a la mesa, mire a Raúl y comprendí por que hace un momento se encontraba así de pálido, ahora que lo pienso yo debería estar  igual, solo que  nadie diría nada, al poco rato se incorporó Jair, y seguimos jugando hasta que llegó la hora de cenar, dejamos de jugar y luego de cenar  seguimos en el corredor tomando un poco de guarapo, que por cierto ya se estaba acabando.
Cayó la noche y con ella la neblina, al punto de no ver más de 10 metros de distancia, prendí un cigarro porque el frio empezaba  a sentirse, luego nos empezamos a preparar para salir, buscamos las linternas, nos pusimos las botas, Raúl y Jair llevaban en el cinto un machete, yo no acostumbraba a lo mismo, solo mi trapo rojo, mi cruz pequeña, la linterna, fósforos y unos cigarros. Eran las siete de la noche estábamos sentados alrededor de la mesa y en el medio, un mechón para no estar del todo a oscuras, la señora y el patrón se fueron a dormir.
La noche sigió  silenciosa, oscura, fría, tomamos guarapo y fumamos cigarro hasta que Jair creyó conveniente salir a caminar, eran algo más de las nueve, tomé de un respiro mucho aire pues aunque trataba de no demostrarlo sentía un poco de miedo,  salimos en silencio de la casa, el camino era mucho más frio, la intención era llegar a poca distancia del  plan del rio, y poder divisarlo desde una piedra alta o desde un árbol, había mucho lodo y agua en el camino, un camino real con mucha historia, contaban que por ahí hace muchos años sacaban por miles, mulas con marihuana, y que muchos de los dueños de esa mercancía, habrían quedado asesinados a un costado por robarles el dinero, o algunos arrieros corrían la misma suerte para que no cobraran lo del flete.
Llegamos al caño grande  de la ceiba, el camino era muy estrecho y en ese tiempo estaba el caño crecido, así que bordeamos por la parte de arriba y dimos con un árbol que había sido cortado intencionalmente para pasar,  Jair caminaba adelante con cuidado, yo de segundo, para cuando di el tercer paso Jair iba casi a la mitad del árbol, una vez allí noté que era bastante delgado, y además muy liso, abajo  a unos dos metros la luz me mostraba el agua turbia, atrevida, hacía muchísimo ruido, una caída significaría posiblemente la muerte, de pronto sonó un crujir, algo suave que se fue haciendo fuerte, tuve que regresar y esperar para pasar de uno en uno. Cuando por fin en mi turno  iba a la mitad, alumbré nuevamente el agua, con tan mala fortuna que su movimiento, y el  fuerte sonido causaron en mi un desequilibrio, que  de no ser por Raúl que me grita desde la orilla, me caigo al caño, en ese afán de equilibrarme perdí mi linterna, así que los compañeros empezaron a alumbrarme,  hasta que al fin estuve del otro lado, Raúl pasó despacio, muy despacio por el árbol caído, y aprendiendo la enseñanza de no mirar hacia abajo, pasó muy estable hasta la orilla.
Seguí caminando de segundo pero esta vez, lo hacíamos más de cerca,  me guiaba por las pisadas de mi compañero, y el de atrás trataba de alumbrarme todo lo posible, mucho antes de llegar a donde teníamos planeado, la neblina empezó a desaparecer y la noche se tornó clara, me distraje un momento pensando que hubiese sido de mi si al caño hubiera caído, ¿dónde me buscarían? ¿Podrían hacer algo por mí?, seguí embebido en mis pensamientos cuando de pronto un fuerte golpe en mi cabeza, pun, me había estrellado con mi compañero que iba en el frente, estaba inmóvil como una estatua, no movía ni su mano,  intentaba pronunciar palabra pero su de su lengua no salía más que un chillido intentando pronunciar sonidos,  lo agarré fuerte y le hice señas a mi compañero, su mirada estaba fija hacia un árbol que a unos metros la claridad momentánea nos enseñaba,  lo comprendí, estábamos frente a una huaca pero solo él la veía, en unos minutos  se incorporó, y al sentirse  seguro, nos dijo:
 ­ – ¿la ven? –  Mientras señalaba el gran árbol,
   No vemos nada    respondió Raúl.
– Pero ahí está, presten atención –, decía Jair.
 En eso  una brisa muy fría paso a nuestro lado, y de momento se veía al pie del árbol una llama que crecía, – ¡oh Dios!, en verdad es una huaca–, dije mientras me echaba para atrás trastabillando, ­ – tendrás que enfrentarla tu –, le dijo Raúl a Jair, –  tú la viste primero –. Respondió. 
­­­ –  la estamos viendo los tres así que podemos ir los tres, los tres estamos en esto –, interrumpí la conversación.
– Acerquémonos y hacemos lo que haya que hacer –  les dije.
­ – listo, así va ser respondió –  Raúl.
Nos salimos del camino para acercarnos a la luz, sentí  bastante largo ese camino entre tanto monte mojado por el sereno, cuando nos detuvimos a unos diez metros de la luz, que en el momento tenia forma de  una gota de agua, el tamaño era el de la mitad de una persona promedio, su color era un poco azul y blanco, con los bordes de color entre amarillo y naranja, estábamos asustados. Jair tomó la cruz grande y la clavo en el suelo, justo en frente de la luz, cuando  esto ocurrió la luz empezó a aumentar lentamente de tamaño, y cambiar de forma,  de un momento a otro su forma era de una mujer joven muy hermosa, blanca su piel,  su cabello  era corto y al igual que sus ojos eran azul claro, era fuego en forma de mujer, del mismo modo  que la llama también tenía unos bordes alrededor, que formaban su resplandor.

  ¿Qué quieres? –, le pregunté con gran valentía.
Lentamente movía su cabeza, sin decir una palabra, de pronto un sonido suave  escuchamos, aunque no tenía gestos de hablar, una voz  de ella brotaba; ­
– Para tener lo que soy,
Para ir donde voy,  
Dejarás de ser,
Dejarás de estar,
El tiempo pasará
Y en un año volverás –.
En ese momento fue convirtiéndose en una gran llama que calló de seco en el suelo, justo por encima   de una gran roca, quedamos intrigados, porque no entendíamos el mensaje, mi amigo Jair, quien era el que conocía de huacas, nos dijo.
– Esto tal vez es un acertijo, pero a veces estas cosas, solo se presentan y dejan su tesoro para quien se les aparece, no ha habido ningún sonido extraño después que se fue, por lo que creo que esto es para nosotros, así que apresurémonos a mover la roca, y a escarbar, así sea con el machete que si es para nosotros ¿acá mismo la sacamos?, movimos la gran roca entre los tres con mucha dificultad, le pedí prestado el machete a Jair, y empecé a escarbar,  acto seguido se incorporó Raúl, cavamos mucho, un rato con machete, luego sacamos la tierra con la mano y repetíamos el proceso, cuando llevábamos medio metro, Raúl se levantó  y fue a un costado a orinar,  con la coincidencia de que al lanzar el machete para seguir escarbando, tope con algo duro, que produjo un golpe seco, no lo podía creer y ahí estaba, – ¡acá esta! – exclamé.
Jair se lanzó velozmente al hoyo y entre los dos sacamos una hermosa olla de barro, muy pesada, al alzarla para verla bien,  escuche un golpe fuerte y seco a mi lado, al mismo tiempo que caía Jair en el hoyo, vi su sangre en la parte de atrás de la cabeza,  del susto me tiré a un costado, al mirar rápidamente vi, como de parte de Raul hacia mi venia un gran garrote que alcancé a esquivar un poco pero me alcanzó a pegar en la pierna, corrí y me tire por un monte en el oscuro, luego sentí un golpe seco, a un lado, al parecer el garrote no había dado en su blanco,  me devolví de repente y me lancé sobre Raúl, forcejeamos un rato, pero la pierna me falló y caí al suelo, intente levantarme cuando sentí un golpe en la otra pierna, mire para arriba,  vi como lentamente caminaba hacia mí, levantó el leño para darme un golpe final, y justo en ese momento, alguien por detrás de Raúl le propino un golpe tan fuerte en la cabeza, que le quitó la vida en un instante, no lo podía creer al ver que era Jair, Luego de manera muy extraña apareció la mujer brillando al lado del hoyo que habíamos cavado, Jair caminó lentamente, no mencionó una palabra, agarró la olla y de manera lenta se acerca a la mujer,  luego justo a su lado, ambos desaparecieron. Y  allí quedé yo, sin la huaca, junto a un cadáver y sin saber, a donde se había marchado Jair.
Pasaron muchos meses después para poder comprender y entender las palabras de la mujer:
– Para tener lo que soy,
Para ir donde voy, 
Dejarás de ser,
Dejarás de estar,
El tiempo pasará
Y en un año volverás –.
Es por eso que después de un año, estoy acá, justo debajo del árbol, al lado del hoyo esperando que regrese mi amigo, y con él la olla de la mujer.

domingo, 8 de marzo de 2020

UNA ESPERANZA HASTA EL FINAL.



Caminaba para salir despacio por el pasillo de la uci, el reflejo de su figura acostado con la mano alzada que observé a medias me hizo detener, y luego de confirmar su llamada me acerque al cubículo, el numero 12, allí estaba él, en su cama, a un costado el ventilador, al otro, la torre de energía con bombas de infusión, su cuerpo delgado y agotado por los años, su cabello claro y suave, me impresionó su mirada, reflejaba tristeza, hizo un intento por hablarme, pero lo sentí fallido, por lo cual me apresuré y le hablé, - señor Álvaro, tranquilo, nos vemos mañana, - Dejando salir unas palabras, dijo: - ¿usted va estar? , - no señor- le respondí, no se preocupe todo va estar bien, todo va estar bien. 

Su mirada, no cambiaba, su expresión de ver más allá del infinito mismo, estaba presente, le sujeté la mano y me despedí, hasta mañana señor Álvaro, luego la solté, a lo cual me levantó la mano con un gesto que interpreté con un Adiós. 

Salí de la UCI, con una sensación de desasosiego, que a su vez contrastaba con la esperanza que todo saliera bien. Al día siguiente le realizarían una cirugía en el corazón, regresé de nuevo a turno en jornada de noche, lo encontré en otra cama, con un ventilador que le permitía la respiración, una trozo de tela en el pecho le cubría una herida, tres o cuatro infusiones de medicamentos, no estoy seguro de cuantas, le permitían estar con vida, pregunte a quien lo cuidaba en ese momento y me oriento en la realidad. Sabía que su situación era difícil, al mismo tiempo pensé: ¿Quién no tiene una situación difícil después que le abren su pecho y le agregan algunas partes de su corazón?, la noche continuó sin mayores cambios en su estado, seguía con dosis altas de tto, dormido o más bien sedado, respirando a través de un tubo, en esa situación quedó cuando Salí del lugar en horas de la mañana.

El día en casa fue rutinario, llegó la noche, pasó, y asomó el nuevo día, rutina, un poco de lo mismo. Pasada media mañana me siento en una mecedora, y celular en mano, trato de pasar el tiempo mirando estados de whatsapp, ese momento será difícil de borrar, eternamente impregnado quedó en mi memoria, al encontrar, el siguiente estado que relató uno de mis compañeros, “Descansa en paz señor Álvaro Mendoza” supe entonces que la charla que tuvimos días anteriores habría sido nuestra última, así como lo fue su despedida, ahora comprendo su coraje, su valor, sabía que iba a morir, tenía miedo, sus ojos lo decían , aun así espero su momento, enfrento su destino, luchó y conservó una esperanza hasta el final.

La que camina por los postes.

En mis tiempos de profesor de primaria, cuando aún era muy joven, vivía en una vereda hermosa en un pueblo del cesar, se escuchaban muchos...